sábado, 2 de julio de 2011

Tercera Entrada: Sobre escritores argentinos

A lo largo de los años, hemos decidido qué leer y, en base a esas lecturas, a quiénes representan nuestro canon literario, es decir, a quiénes tenemos en un pedestal ya sea por sus imágenes, por su lenguaje, por su prosa (o verso, si es poesía), etc. Los escritores universales han llegado a ser parte de un canon universal y, por ende,son lecturas casi obligatorias para tener presentes a la hora de "leer antes de morir". Pero no podemos pasar por alto a esas lecturas de escritores regionales, escritores argentinos de nuestra tierra, que han marcado una determinada huella en nuestro espíritu de lectores. Escritores contemporaneos, escritores no tan contemporaneos pero presentes, escritores consagrados y otros que han permanecido en la clandestinidad, todos ellos conforman un macrouniverso de lecturas y posibilidades que siempre es bueno compartir, para ir generando acercamientos en aquellos que no los tienen tan presentes.

Por eso, la propuesta de esta tercera entrada es hablar sobre las lecturas de aquellos escritores argentinos que nos han marcado a lo largo de nuestra vida, y compartir titulos de libros, cuentos, poemas, etc. que nos hayan atrapado y/o conmovido.

La propuesta es esta y la entrada esta abierta a tu opinión.
Saludos!

Lucía Vargas

1 comentario:

  1. Siendo los argentinos tan argentinos, con su trifulca de ideas, con sus pasiones tan inmensas, con su melancolía nata y sus tardes de mate; pero sobre todo con su diversidad tan basta en ideas como en superficie.
    Con ese orgullo franco de poder hablar de todo, de lo que son, de lo que sienten, de lo que viven, de lo que sueñan y sin embargo tal privilegio reservarlo y otorgarlo solo para aquel que vive y respira tierra argentina.
    Siendo así, entonces me resulta difícil hablar u opinar de aquello que les confiera la cuna más tarde la escuela y finalmente el gusto; me refiero a las letras argentinas. A los grandes escritores de esa tierra. Me siento un poco atada de manos, como si me invitaran a una fiesta sin darme boleto de entrada.

    No es solo eso, si no también que algunos escritores argentinos trascienden fronteras e historia, ahí está Borges que resuena hasta en la más pequeña de las aulas mexicanas; ahí está el gran Cortázar y sus cronopios que suben y bajan por toda Latinoamérica; sin embargo otros escritores parecen más un fantasma.
    Otros no están ahí presentes si bien se lee algo de ellos no se quedan dentro de uno. No es que niegue que existan otros además de Borges o Cortázar, ni que sus letras no trasciendan más allá de la pampa.
    Si no me refiero a ese real conocimiento del escrito, ese recuerdo que queda ahí marcando una memoria en común denominador, ese que se despierta para ir a trabajar, que no termina los estudios hasta la universidad, aquel, que vive y mure tan solo con pequeños retazos de historias alguna vez leídas. Ese que puede decir cuántos campeonatos gano su equipo local desde tiempos previos a su nacimiento pero cuando le preguntan por autores que resuenan en fama mundial se encoje de hombros.
    No tiene que ver supongo con la excelencia de las palabras, o quizás sí. Quien sabe porque algunos logran trascender con tal facilidad en las memorias y otros tardan mucho en llegar.
    No niego que muchos nos topamos con los otros, muchos habremos leído algún libro de fontarrosa o escuchado alguna canción de Walsh. Ni niego que habrá muchos que conocen a otros excelentes escritores, pero el común denominador lamentablemente morirá solo recordando y Quizás ni eso, como el mismo Borges cita en el aleph “La mente es porosa y con el paso de los años se estará difuminando hasta la imagen de lo más amado”.

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